Elecciones en El Salvador, Toma Uno – ¿Golondrinas de Verano o Cambio Generacional?

  • Patricio Gajardo

El triunfo en primera vuelta de Nayib Bukele en las elecciones de El Salvador el 3 de febrero no debiera ser una gran sorpresa. La mayoría de las encuestas lo daban como amplio ganador, pero muchos dudaban que esto ocurriera debido a las malas y fallidas experiencias de las encuestadoras alrededor del continente.  Otra variante que podría haber llevado al proceso a una posible segunda vuelta, era la “fuerza” organizativa de campo que se suponía aún tenían los partidos tradicionales y que sacarían a su gente a votar por sus respectivos partidos. Obviamente, esto no ocurrió.

El pobre desempeño alcanzado por los dos partidos políticos tradicionales e históricos del país, ARENA y FMLN, continuó con espiral descendente.  Esta situación ya se había manifestado en las elecciones legislativas y municipales de marzo del 2018. No hubo sorpresa aquí.

La baja participación, para ser una elección presidencial (51.88 por ciento), confirma que la ciudadanía sigue decepcionada de los partidos políticos tradicionales e incluso de la democracia representativa.  Se creía que la participación de Nuevas Ideas, a través de GANA, como tercer actor o tercera vía pudiera haber atraído una avalancha de votos más importante, pero eso tampoco ocurrió. De igual manera, el triunfo en primera vuelta fue categórico y es una dura respuesta contra la “vieja política”.

¿Cuáles fueron las causas principales del holgado triunfo por parte de GANA/Nuevas Ideas? Primero, el descontento generalizado contra los partidos tradicionales que no han sido capaces de renovarse y/o actualizarse después de treinta años de gobiernos alternos entre ARENA y el FMLN. La corrupción, inseguridad ciudadana y falta de crecimiento y oportunidades económicas les pasaron la cuenta. Segundo, la forma de hacer política y realizar campañas electorales está cambiando y el impacto de las redes sociales también llegó a El Salvador.  Bukele es el nuevo “Steve Jobs” de la política salvadoreña y latinoamericana. El trabajo de la campaña de Bukele estuvo dirigida desde tablets o celulares inteligentes en vez de haber sido una campaña tradicional con mítines locales. El bombardeo de información a través de las redes sociales, acompañado por una fuerte campaña tradicional en medios de comunicación televisivos y radiales, fueron quizás suficiente para ganar esta elección. Puede ser que esta sea la herramienta del futuro y la nueva estrategia para hacer política.

El triunfo de Bukele se asemeja mucho al de Andrés Manuel López Obrador (AMLO) en México, con su partido político MORENA, en julio del 2018. El tsunami de votos no fue tan avasallador como la del proceso mexicano, pero la diferencia porcentual entre Bukele y sus adversarios, aunque menor, fue similar a la del fenómeno AMLO. También se confirma que el bipartidismo salvadoreño sufrió el mismo resultado que experimentaron el PAN y PRI en México, esto confirma el agotamiento y falta de propuestas creíbles y frescas de parte de los partidos históricos. Los partidos tradicionales no se han renovado y caminan a la par de los cambios sociales de los tiempos modernos, lo que confirma el descontento ciudadano hacia ellos.

¿Cuál es el futuro inmediato de Nayib Bukele? Antes que asuma el cargo de presidente de la nación el 1 de junio próximo, Bukele tendrá que conformar un gabinete de gente nueva y preparada, y ahí podremos tener una idea más concreta sobre el enfoque político, social y económico del nuevo gobierno. Durante su discurso la noche de la elección, Bukele enfatizó su triunfo “unánime” contra la “vieja política” y claramente resaltó el final de la generación de la post-guerra. No queda duda que el escenario político salvadoreño cambió el 3 de febrero del 2019.

¿Cómo se percibe el futuro de la democracia representativa en el país? ARENA y el FMLN tendrán que reagruparse y evaluar qué hacer y hacia dónde dirigirse después de dos fracasos consecutivos. La democracia representativa necesita de partidos fuertes, pero deben modernizarse para tener posibilidades de sobrevivir. Esto significa que los partidos deben ser inclusivos, transparentes y participativos con sus bases.  Adicionalmente, hacen falta acuerdos políticos verdaderos y no maquillajes temporales. 

Bukele y GANA/Nuevas Ideas patearon el tablero político del país y veremos cuánto tiempo tomará el recambio y el re-acomodo de las fichas políticas salvadoreñas. Una democracia saludable necesita de partidos políticos y un futuro sin ellos complica y no soluciona los problemas de gobernabilidad en nuestros países.  El caudal humano y la reserva electoral del presidente-electo son clave para su proyecto de gobierno, pero dicho capital político debe canalizarlo más allá de la propuesta.  Debe consensuar con sus pares.

Esperemos que los líderes políticos busquen acuerdos nacionales que favorezcan a la ciudadanía, sin importar el color político.  Bukele no cuenta con una representación significativa en el poder legislativo o a nivel de las estructuras municipales, por esta razón deberá buscar consensos y acuerdos que permitan limar asperezas y curar las heridas de la batalla electoral. Es momento de mirar hacia el futuro, con “nuevas ideas” y con bríos renovados para lograr una mayor estabilidad democrática en esta nación. Es fundamental que esta “nueva política” y la vuelta de página de la post-guerra, sea el inicio de una era donde se pueda trabajar de forma consensuada para resolver los temas álgido que afectan el desarrollo del país.

 

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