El pasado domingo 2 de Octubre, ante la sorpresa de todos, y por un margen de apenas cincuenta y tres mil votos (0.43%), el NO gano el plebiscito convocado por el Presidente Santos cinco semanas antes que pregunto: “Apoya Usted el Acuerdo Final para la Terminación del Conflicto y la Construcción de una Paz Estable y Duradera?”.

El gobierno hizo el cálculo correcto al bajar el umbral aprobatorio al trece por ciento del censo electoral vigente. El SI paso el umbral que era de 4.5 millones de votos. Pero además de alcanzar el umbral el SI debía superar los votos depositados por el NO, y esto último no sucedió.

Lo primero que anotar de estos resultados es que de cada 10 colombianos, 3.7 fueron a votar, 6.3 no lo hicieron. Colombia es un país con baja participación, sin embargo, la votación del domingo fue la de más alta abstención en el último ciclo electoral. Surgen algunas preguntas sobre esta abstención: ¿no hubieron los incentivos correctos para que los colombianos salieran a votar? ¿No hubo un “doliente” que movilizara al votante? O, habría que mejor hacer la pregunta desde otro ángulo: ¿porque no salió la gente? O sobre los que salieron a votar: ¿qué fue lo que los motivo a salir sin tener los incentivos tradicionales?

En cualquier caso el resultado es un llamado importante para los dirigentes políticos que se unieron a las campañas y que no lograron convencer a los ciudadanos para que salieran a votar en lo que se había sido calificado como una “decisión histórica” y la “votación más importante en la historia de Colombia”. Pero también el resultado llama a una reflexión sobre el compromiso de los colombianos en participar, la apatía que tienen de la cosa pública es clara y preocupante. ¿Tiene esto que ver con una crisis de representación? Esta Colombia apática es un llamado para la sociedad en general, los académicos, los medios, las organizaciones de sociedad civil, todos deberíamos preocuparnos por ayudar a construir confianza entre los ciudadanos, hacia las instituciones y el sistema democrático.

Por otro lado, los colombianos que si salieron a votar mostraron una foto de una Colombia dividida. Esta división llega a polarizar y los enfrenta y auto excluye, dejando poco margen para un dialogo, generando un ambiente donde es difícil construir consensos sin eliminar o alienar al otro. Es necesario desde el liderazgo político y social generar capacidad de dialogo y construir consensos que ayuden a incluir a las minorías.  

Luego de anunciado los resultados quedo claro que ni el gobierno, ni los promotores del NO, ni la clase política, ni las FARC, ni la cooperación internacional tenía pensado un plan B para el hipotético caso en el que NO ganara. Pero gano el NO y si hay un limbo jurídico y político al que se le debe buscar salida, y pronto. No había plan B.

Mientras las diferentes fuerzas políticas en Colombia se ponen de acuerdo para construir el plan B y destrabar la situación, es conveniente no perder de vista la necesidad de que el plan B busque primero la generación de confianza entre aquellos que se muestran apáticos y no participan; y segundo la generación de consensos que sean los más incluyentes posibles. 

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